La profecia

Shana corría todo lo que podía. Ascendía por el paso principal de Ébano Negro. Aun le faltaba un buen trozo, pues la rama en la que se encontraba el recinto de las Oráculo quedaba bastante alejado de la fábrica de su padre.

La visión de aquella sangre y la puerta abierta la había llenado de temor y rabia. Su padre SABIA que algo así pasaría, pero había querido continuar con el negocio de todas formas.
En su mente se empezó a formar la imagen de la reunión que se organizó cuando las Oráculo anunciaron la reveladora profecía en la plaza mas alta de Ébano Negro, el mirador.

-- Hace 8 años --

"¡¡Por favor!! Silencio!! Es una horrible noticia, pero no sabemos cuando ocurrirá. La visión de la Oráculo esta distorsionada y tan solo nos ha podido advertir de unos seres extraños que nos invadirán."

El murmullo de toda al gente volvió a llenar el ambiente, el temor y el miedo hacia que el nerviosismo de la gente.

"Tranquilizaos, gracias a esta predicción podemos estar preparados, nuestro puesto es privilegiado, por muy bien que se camuflen tendremos guerreros haciendo rondas alrededor de la base. Además, la compañía Harko nos proporcionará el mejor armamento que podamos imaginar..."

Un grito apagado sonó desde la espalda del gobernante, la anciana Oráculo se había desplomado sobre sus rodillas en el mismo momento en que se mencionaba la empresa de Harko, el cual miraba extasiado a la anciana mientras apretaba el hombro de su hija.

El silencio se hizo en la plaza, la Oráculo realizó una señal para que se continuase, pero en ningún momento apartó la vista de Harko y su hija.

Las discusiones con el gentío se extendieron hasta varias horas después. Pero las Oráculo habían abandonado el lugar poco tiempo después del derrumbamiento de la anciana Oráculo, y junto a ellas Harko y su hija se habían ausentado también.

La visión exacta fue revelando a Shana y a su padre, un ser que se alimentaba de la sangre y se fundía con el bosque saldría de un capullo rojo que se criaría en el interior de la armería, unos ojos fríos y rasgados, una cara sin boca, un ser fino, largo y sin manos ni pies, pero con unas afiladas extremidades mas duras que las rocas. La oscuridad la envolveria en su nacimiento y solo dejari atra sde si el dolor y la muerte. En la visión tambien vio como la lucha era inutil, la sarmas no le afectaban, masacres sin igual era lo unico que aquello avecinaba. Una criatura que se reproduciría sin parar y masacraría sin piedad a toda su especie y que solo parecía detenerse ante el liquido rojo del cual había salido y el fuego, prohibido en todo el planeta.

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Aquellas palabras quedaron grabadas en la mente de la muchacha y ahora tenia que dar la voz de alarma, algo había salido de allí y había provocado varias muertes, de eso estaba segura. Respiraba con dificultad cuando ya llegaba a la entrada del sagrado santuario.

Caminaba con paso firme, pero dudaba en como comunicar la noticia. Se encontraba a pocos metros se abrió la puerta y una de las Oráculo apareció en la entrada.

"Shana, te estábamos esperando, pasa, rápido."

Diario de Moira – Día XXX

“¡¡ALERTA!! ¡¡ALGO NOS ESTA ATACANDO!!

No sabemos lo que es, ni donde se esconde pero han desaparecido dos....

¡¡MIERDA!! Me he equivocado…

Maldito diario…

*DESCONEXIÓN*

Los problemas empiezan ahora

Ya era de noche y la oscuridad envolvía todo Ébano Negro. Chillidos sordos que nadie escucha salen de la fábrica armamentística. Ruido, movimiento, un golpe seco.... silencio.

La puerta principal se abre y una oscura figura se escabulle entre las sombras. Un perfil delgado se puede apreciar, un perfil sin manos ni pies pero con unos ojos rojos que parecen brillar en la oscuridad. En el lugar el sonido de pasos rápidos empieza a sonar. Empezando como un susurro y aumentando su sonido tal y como se acercan.

La oscura figura se escabulle en pocos instantes, sin hacer ruido, sin nervios, simplemente se aleja hacia el borde de la enorme rama y salta. Un salto de cientos de metros de altura, pero el ser no parece inmutarse. Una vez llega al suelo desentierra las extremidades que han atravesado la blanda superficie y se adentra en el bosque.

Harko llega corriendo a la entrada detrás Shana y Darken corren para alcanzarle. La velocidad del hombre era increíble para su robusto cuerpo. Desde que habían salido de la mansión no habían dejado de correr y les faltaba el aliento, pero el cansancio desapareció para dar paso a un grandioso escalofrió al ver la puerta principal abierta.

En el suelo la sangre se amontonaba, pero lo que los paralizó fue que la sangre era reciente y aun goteaba. Shana fue la primera en reaccionar.

"Voy a buscar a las Oraculos. Tienen que saber de esto"

Harko se limitó a asentir y avanzó a la entrada.

"CHICO, ENTREMOS, VEAMOS QUE HA PASADO AQUI"

Lo que vieron a la entrada fue lo más espantoso que habían visto jamás. Todo estaba lleno de sangre, las paredes teñidas, restos de los guardias aparecían esparcidos por el suelo. Darken jamás había sentido tantísimas nauseas como en aquel momento. Tal cantidad de sangre, tal masacre... Harko, con lágrimas en los ojos, lo apremió para que siguiesen adelante.

Tras atravesar el principal pasillo se podía observar como el rastro de sangre zigzagueaba, como pasaba de puerta a puerta, ningún vigilante se encontraba con vida. Finalmente llegaron a la sala de "Fenómenos nuevos". Una flor abierta y marchita se encontraba en medio de los cuerpos. Sangre de un color mucho más oscuro se desparramaba desde el interior de la flor hasta el suelo.

"ESTO NO ES BUENO... NADA BUENO..."

Darken no podía dejar de temblar, aquella masacre... aquel temible olor a muerte... aquella inseguridad... pero algo lo dejó paralizado. Su brazo tembloroso se alzó señalando un punto de entre los cuerpos.

"...QuE dEmoNioS... MirA aLLi HaRkkoO..."

La mirada del hombre se dirigió entonces hacia el punto que señalaba. Una nueva flor empezaba a crecer en otro de los cuerpos, del tamaño de un puño y repleta de sangre, una nueva flor crecía en el pecho de uno de los invasores... y algo empezaba a moverse en su interior.

"AHORA SI QUE VAN A EMPEZAR LOS VERDADEROS PROBLEMAS..."